Si existe algún hotel en Tánger que evoque el multicultural y atractivo pasado de las décadas centrales del siglo XX que disfrutó la ciudad marroquí, ese es el Hotel Continental. En esa época Tánger atrajo a muchos escritores, políticos, músicos y pintores de reconocido prestigio internacional. Por las calles de Tánger pasearon y en sus hoteles se hospedaron figuras como William Burroughs, Tennessee Williams, Paul Bowles -de hecho, este escritor falleció en la ciudad en noviembre de 1999-, Rolling Stones, Eduardo Haro o Henri Matisse.
El Hotel Continental no fue ajeno a esa llegada de figuras culturales internacionales y entre sus huéspedes ha contado con escritores de la talla de Pío Baroja o Jacinto Benavente, actores como John Malkovich y políticos como Winston Churchill. Mas toda esa fama no supo aprovecharla la dirección del hotel, como microcosmos del Tánger nostálgico, para velar por unas instalaciones dignas de la fama que la precede. Lástima que algunas dependencias del hotel, entre ellas las habitaciones, han quedado ancladas en el tiempo y no han sabido adaptarse a las exigencias del cliente actual, aunque otras instalaciones, sobre todo en las zonas comunes, aún quedan vestigios de ese pasado glorioso.
El hotel está situado en el extremo norte de la Medina, el sinuoso y turístico casco antiguo de Tánger. Desde su ubicación da la bienvenida a los ferris, que llegan desde España, y a los cruceros que escalan en su puerto viejo. Si la actual localización del hotel es magnífica, en cuanto se terminen las obras de remodelación del puerto en un futuro próximo, el Continental, de mover sus piezas con inteligencia (hacia el sur del hotel la antigua Medina y hacia el norte un puerto nuevo atestado de museos, restaurantes,…) y renovar sus instalaciones más vetustas, podría vivir una segunda época dorada.
El acceso al hotel es a través de sinuosos callejones por los que es difícil circular en taxis grandes. La pequeña explanada, que hace las veces de parking y se abre después de atravesar el portal del hotel, es una de las zonas que reclama un acondicionamiento urgente, aunque todo ello se olvida cuando se accede al edificio del hotel. El vestíbulo, dominado por los colores blanco y negro, es muy luminoso y amplio. La limpieza de esta estancia es extrapolable al resto de zonas públicas del hotel. Después del vestíbulo nos encontramos con la Recepción, que parece que haya conocido mejores tiempos. Desde este lugar se vertebra el resto del hotel. A espaldas de la recepción y por unas escaleras se accede a las habitaciones. Y es que, como vestigio antiguo del Continental de mediados del siglo XX, el hotel no tiene ascensor. Muchos dirán que la instalación de un ascensor es necesaria en los tiempos actuales, sobre todo los que se alojen en las plantas superiores o viajen acompañados de mucho equipaje; otros, más románticos, preferirán que el hotel preserve la estructura del edificio original, tal y como era antiguamente -fue construido el año 1865- sin que se vea alterada por elementos arquitectónicos recientes.
La zona de las habitaciones es la más castigada por el tiempo. Sus pasillos se conservan tal y como estaban hace algunas décadas, aunque conservan su encanto de antaño, y las habitaciones, aunque limpias y espaciosas, necesitan una profunda reforma y una modernización.
El resto del hotel, las zonas públicas, está en muy buen estado; de hecho alguna de estas dependencias traslada al huésped a otros tiempos al exhibir una exquisita decoración islámica. Caminar por estas dependencias y descubrir todos los bellos rincones que el Hotel Continental esconde es un placer en sí mismo. Y es que disfrutar de la profusa y colorida decoración de los espacios comunes, de los hermosos arcos, de las pequeñas salas, del colorido restaurante o de la elegante cafetería justifica que un turista reserve una habitación en el hotel. Sin embargo, aceptando lo anterior, respirar la atmósfera del Continental y comprender el estado actual de algunos de sus rincones argumenta que un viajero se aloje en él.
Entre las instalaciones públicas el edificio alberga un pequeño bazar, tan típico en esos países, en el que los huéspedes o visitantes tienen a su disposición un amplio número de productos artesanales. Asimismo las dos terrazas del hotel, que vuelcan su mirada hacia el puerto, son lugares excelentes para disfrutar de una buena infusión o un desayuno de calidad más que aceptable; cuando el puerto esté reformado estas dos terrazas ofrecerán unas magníficas vistas a los visitantes que las frecuenten.
Para terminar no podría dejar de hablar del precio de alojarse en el Continental. Si el indudable atractivo de los espacios públicos o la historia que emana cada pared del hotel no es suficiente para las personas más pragmáticas, el poder reservar una habitación por menos de 40€ la noche sin duda les convencerá.
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